Por la imagen previa del artículo ya habréis adivinado cual es. En efecto, es el icónico vestido que Marilyn Monroe lució en la película “La tentación vive arriba” (1955). Cuando se rodó la escena ni siquiera Billy Wilder, director del film, sospechaba que se convertiría en una de las imágenes más representativas del séptimo arte.
Marilyn Monroe sonreía sobre las rejillas del metro con un diseño de su modisto de cabecera, William Travilla. El diseño de cóctel de color marfil luce en su parte superior un escote halter que ternima ciñéndose a la cintura en un fino corpiño.
El aire del subsuelo hizo bailar la tela blanca de la falda plisada ante la multitud y despejó los tobillos de la diva, la facilidad con la que sus formas se amoldaban al capricho del aire que se movía alrededor de sus caderas de una manera tan sugerente cautivó a los asistentes y a los flashes. Una escena para la historia.
Después de la muerte de Marilyn, Travilla guardó bajo llave este ejemplar, junto con todas las prendas que creó para ella. Solo después de la muerte del diseñador se pudo hacer el estudio con los vestidos de la actriz que recorrieron el mundo en múltiples exposiciones.
El vestido acabó en manos de otra estrella, Debbie Reynolds, protagonista de “Cantando bajo la lluvia” y ferviente admiradora de Monroe que lo subastó y el mejor postor de la puja tomó la misma decisión en 2011, consiguiendo la astronómica cantidad de 5.520.000 dólares (4.450.700 euros) convirtiéndose en el vestido más caro jamás vendido.
Willam Travilla, poco después de ganar el oscar en 1948 por sus trabajos en “El burlador de Castilla” conoció poco después a “la tentación rubia”, con quien tuvo un tórrido romance , y una vez superado su “affaire”, la vistió durante el resto de su vida.
La desaparición de su musa dejó una huella en la inspiración de Travilla, que añoraba las curvas de Marilyn en sus patrones llegando a afirmar en una ocasión que: “las demás parecen sosas a su lado”.
Fuente: http://www.abc.es
Raquel F-Novoa
Marilyn Monroe sonreía sobre las rejillas del metro con un diseño de su modisto de cabecera, William Travilla. El diseño de cóctel de color marfil luce en su parte superior un escote halter que ternima ciñéndose a la cintura en un fino corpiño.
El aire del subsuelo hizo bailar la tela blanca de la falda plisada ante la multitud y despejó los tobillos de la diva, la facilidad con la que sus formas se amoldaban al capricho del aire que se movía alrededor de sus caderas de una manera tan sugerente cautivó a los asistentes y a los flashes. Una escena para la historia.
Después de la muerte de Marilyn, Travilla guardó bajo llave este ejemplar, junto con todas las prendas que creó para ella. Solo después de la muerte del diseñador se pudo hacer el estudio con los vestidos de la actriz que recorrieron el mundo en múltiples exposiciones.
El vestido acabó en manos de otra estrella, Debbie Reynolds, protagonista de “Cantando bajo la lluvia” y ferviente admiradora de Monroe que lo subastó y el mejor postor de la puja tomó la misma decisión en 2011, consiguiendo la astronómica cantidad de 5.520.000 dólares (4.450.700 euros) convirtiéndose en el vestido más caro jamás vendido.
Willam Travilla, poco después de ganar el oscar en 1948 por sus trabajos en “El burlador de Castilla” conoció poco después a “la tentación rubia”, con quien tuvo un tórrido romance , y una vez superado su “affaire”, la vistió durante el resto de su vida.
La desaparición de su musa dejó una huella en la inspiración de Travilla, que añoraba las curvas de Marilyn en sus patrones llegando a afirmar en una ocasión que: “las demás parecen sosas a su lado”.
Fuente: http://www.abc.es
Raquel F-Novoa